Basada en las memorias del cómico Hape Kerkeling, la película trata su juventud en una región del Ruhr marcada por carbonilla y carnavales, de una manera cómica, triste y cálida al mismo tiempo. Desde muy pequeño Hans-Peter (Hape sería el acortamiento de su nombre) se había dado cuenta de que tenía la habilidad de hacer reír a las personas: a sus abuelos, a los clientes de la tienda de su abuela, a sus parientes fiesteros, a los padres de sus compañeros – tan solo a su madre, que sufre de depresión, es a quien no logra ayudar, ya que ésta se quita la vida cuando él tiene vuene años.
Recklinghausen, en la región del Ruhr, principios de los años 1790. Hans-Peter tiene nueve años y es un poco gordito. Mas esto no afecta el autoestima del pequeño tarambana, puesto que logra hacer reír a la gente con sus bromas y parodias, talento que años después lo convertirá en Hape Kerkeling, uno de los mejores y más conocidos cómicos de Alemania.
La película, dirigida por la ganadora del Oscar, Caroline Link (En un lugar de África) se basa en sus memorias.
Pese a su comicidad, Der Junge muss an die frische Luft (El niño necesita aire fresco) también ofrece un estudio de una sociedad reprimida, de un pueblo aún traumatizado por la Segunda Guerra Mundial que necesita la risa como aire para respirar. Es algo que Hans-Peter ha comprendido desde muy temprano. Mas fracasa frente a la persona más importante para él: Su madre que sufre de depresión, termina quitándose la vida cuando Hans-Peter tiene tan solo nueve años.
Mediante mucho sentido del detalle y figuras creadas con cariño, como los abuelos protectores, los parientes fiesteros y más tipos de la región del Ruhr, esta película biográfica ofrece un relato cálido del ambiente y un retrato de una época en la historia de la república federal de Alemania.
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